Siempre me he sentido atraída por el arte y por las emociones que despierta. Me inspira el interiorismo y la arquitectura, desde la calma del minimalismo contemporáneo hasta las formas complejas y exuberantes del barroco. Me gusta observar cómo los espacios - y las personas - pueden transformarse con la misma sutileza con la que la luz cambia a lo largo del día.

Me caracteriza una empatía profunda y una capacidad natural para conectar. Disfruto escuchando, entendiendo, compartiendo sin prisa. Creo que cada persona tiene algo valioso que enseñar, y que en esa apertura se encuentran las conexiones más genuinas.

Soy soñadora, pero también realista. Sé quién soy, hacia dónde quiero ir y qué tipo de energía deseo ofrecer. Me gusta moverme con calma, con intención, disfrutando del presente y de los pequeños gestos que lo hacen significativo.

En la intimidad, valoro la delicadeza, la mirada que se detiene, las caricias que nacen despacio y el modo en que dos presencias pueden entenderse sin necesidad de palabras.

Es en esa sutileza donde encuentro lo que realmente me conmueve: la conexión sincera, la complicidad que no se fuerza, la pausa que se siente viva.

Porque, al final, las experiencias más memorables son aquellas que se viven con autenticidad, curiosidad y calma.

Si coincidimos, deseo que cada momento se sienta ligero, natural y verdadero, como una conversación que no necesita final.